Cuando mi amiga era chica, su mamá hacia todo sola, decidió, al crecer sus hijas, dividir las tareas domésticas:  La hija del medio cocinaría con ella, y la mayor (mi amiga) junto con la menor se encargarían del orden en la casa.

Como terminó este experimento materno, que a la mayor y a la menor se les quema el agua del huevo duro, pero son maniáticas del orden, y la del medio rompe un huevo en la sartén y le sale un omelette. Cuando invita a cenar a su casa, no falta nadie.

Lo de no saber cocinar, no era inconveniente estando mi amiga soltera, pero casada y con hijos la situación se complicaba, ya que cocinarles a los chicos sólo fideos con manteca, generaba una culpa que meritaba terapia, hasta que la semana pasada se enganchó con una receta de Tasty, esa página de Facebook, donde la cocina parece lo más fácil del mundo, y el video enseñaba a cocinar salmón.

Bueno, parecía tan fácil, que fue al supermercado, y como el salmón estaba por las nubes compró tilapia, y como no consiguió tomatitos cherry, buscó los tomates más pequeños que encontró.

Agarró la tilapia, las verduras, les tiró los condimentos que encontró en su cocina, envolvió todo en papel manteca, como indicaba la receta, metió la preparación en el horno 20 minutos.

Nos contaba, con lágrimas en los ojos, que sentada en la mesa veía como sus hijos se comían el pescado, obviamente no las verduras, y a su marido diciendo que estaba rico; es importante contar que el primer plato que le preparó, al segundo día de casados, fue una polenta con agua, no sabía que se le ponía leche ni queso.

Como hay cosas que para algunas de nosotras son tan sencillas, y otras nos cuesta escalar el Everest.

En esa conversación entre amigas, me quede pensando que hay que animarse, disfrutar el proceso, y no complicarse, ya que muchas veces, los caminos que tomamos para que todos nos quede perfecto, como un libro de cocina con indicación de gramos, tiempos, esperas, nos terminan frustrando.

Te pasó?